1997: LIMA, CAPITAL DE LA CULTURAL IBEROAMERICANA | LOS FESTIVALES INTERNACIONALES DE LIMA COMO ANTESALA DE LA PRIMERA BIENAL IBEROAMERICANA DE LIMA
A continuación iniciamos una serie de contenidos en base a algunos documentos generados por el Centro de Artes Visuales-CAV de la Municipalidad Metropolitana de Lima a partir del año 1997. El CAV fue la oficina encargada de la organización de las Bienales nacionales e Iberoamericanas de Lima. En estas entregas, dos integrantes del entonces equipo curatorial comandado por el crítico de arte Luis Lama, confrontarán sus recuerdos en torno a distintos materiales que iremos rescatando del archivo de Canal Museal: en esta ocasión, uno de los primeros folletos impresos en 1997 con ocasión de los Festivales Internacionales de Lima, antesala de las recordadas bienales.
“Volver al centro”
En aquel contexto del año 1997, el distrito limeño de Miraflores gracias a su alcalde Alberto Andrade Carmona, había logrado ser el centro de las prácticas artísticas del momento. La Sala Luis Miró Quesada Garland se convirtió en el espacio expositivo referencial de visita obligada en el circuito cultural, al presentar muestras tanto de artistas nacionales como internacionales bajo una línea que intentaba ir más allá de “lo comercial”.
Instalaciones, vídeo arte, arte educación, performance, etcétera, fueron muchas las líneas desarrolladas por su equipo cultural, con el crítico de arte y curador, Luis Lama a la cabeza.
Al ganar las elecciones municipales de Lima, el candidato Alberto Andrade asumió el cargo y el compromiso anunciado en 1996, de sacar adelante a la ciudad enfrentando sus sectores más críticos, asumiendo así dos retos de importancia: enfrentar el desorden provocado por la desorganización existente entre vendedores informales y buscar la recuperación del casco histórico, mediante atractivos programas de inversión privada y el reordenamiento de distintos grupos sociales, programas de restauración de balcones, etcétera.
Con acierto uno de sus primeros lineamientos fue aplicar la exitosa gestión desplegada en Miraflores creando el Centro de Artes Visuales – CAV, el cual con Luis Lama al frente sería la plataforma que permitió emprender esta titánica lucha: recuperar la ciudad siendo uno de sus campos de trabajo, la cultura y las artes: “Volver al centro”.
Tras el nombramiento de “Lima, capital de la cultural iberoamericana” otorgado por la Unión de Ciudades Capitales de Iberoamérica (UCCI) bajo el compromiso de generar desarrollo y mejoras en la ciudad, sobre todo de sus centros históricos, nace el Festival Internacional de Lima (febrero – marzo 1997) como una de las primeras labores de proyección que implicaría la gestión de programas de intercambio cultural de línea internacional.
Así, estos festivales se desarrollaron como una suma de etapas: inicialmente, un plan de adecuación de predios que sirvieran para servir de espacios de exhibición; luego, la articulación de museos, centro culturales y asociaciones como sedes que albergarían exposiciones que serían parte de este evento.
Lima, después de mucho tiempo volvió a ser el centro de atención internacional desde el ámbito artístico contemporáneo, alentando el desarrollo con mayor profesionalismo, y el arte, enfocado desde la idea de proyecto y curaduría.
Al culminar los Festivales Internacionales de Lima, el siguiente reto fue la Bienal Iberoamericana de Lima, realizada entre octubre y diciembre de aquel mismo año de 1997, la cual contempló, además de sus exhibiciones de arte, un programa de mesas de diálogo y exposiciones llevado a cabo mediante el encuentro de intelectuales, críticos y curadores de talla internacional.
Juan Peralta B.
Gráfica y objetivo
Este folleto de entrega masiva es un documento previo a la realización de la Primera Bienal Iberoamericana de Lima, realizada en 1997. Podía recogerse en distintos puntos del centro histórico y en las oficinas del recién creado Centro de Artes Visuales de la Municipalidad de Lima.
La gráfica gira en torno al logotipo elegido mediante convocatoria abierta a un concurso(1), y tiene como doble motivo el diseño cuadriculado que evoca la distribución de espacios en la Plaza Mayor de Lima y a la vez, la milenaria forma de la chakana prehispánica, diseño que pueden observarse en los balcones de madera que circundan el edificio de la Municipalidad de Lima.
ACTUALIZACIÓN | OCTUBRE DE 2020
La autora del logotipo elegido para representar a Lima. Plaza Mayor de la Cultura Iberoamericana, mediante concurso convocado por la Municipalidad de Lima bajo la alcaldía de Alberto Andrade Carmona en octubre de 1996, fue María del Carmen Sáenz, entonces estudiante en la Facultad de Arte de la Universidad Católica del Perú. Su seudónimo elegido fue Doña Pepa.
Su objetivo era el anuncio y ubicación de los treinta y cinco (35) espacios que serían ocupados por las distintas actividades culturales y expositivas de los llamados Festivales de Lima, una suma de eventos entre muestras, recitales de música y poesía, espectáculos de danza moderna, etcétera.
Para los integrantes del equipo de curadores del Centro de Artes Visuales – CAV, estaba claro que organizar una actividad de esta magnitud no era más que el ensayo previo para un compromiso mayor, que era la primera bienal iberoamericana de Lima.
La primera oficina del CAV estaba ubicada al interior del Palacio Municipal de Lima. Una de sus ventanas daba a la misma fachada municipal, con vista a la Plaza Mayor. Allí, entre decenas de materiales impresos y rollos de obras dispuestas por los suelos de tapizan gris, uno debía ingresar debiendo evitar pisar alguna de ellas. Los escritorios estaban dispuestos alrededor del espacio y los teléfonos y faxes y no dejaban de sonar.
Poco tiempo estuvimos allí, pues el traslado de la oficina era inminente hacia una de mayor amplitud, para lo cual, un gran ambiente fue acondicionado: se trataba de las oficinas que daban hacia el pasaje Santa Rosa, junto y con acceso directo a la Galería Municipal Pancho Fierro.
Nuestras principales herramientas eran los teléfonos fijos en cada escritorio, la máquina de fax que junto a una columna entre chirridos electrónicos no paraba de desenrollar documentos provenientes en su mayoría del extranjero, computadoras de mesa sin internet, una gran fotocopiadora, huinchas de medición, muchas huinchas, nuestras tarjetas de presentación con el logotipo del CAV y de la Bienal y también estos folletos.
He aquí la importancia que en su momento tuvo este tipo de material impreso para el equipo de curadores del Centro de Artes Visuales aparte del publicitario: cada vez que salíamos a alguna cita o reunión con los encargados de los espacios por intervenir, al desplegarlos o entregarlos se convertían en la mejor forma de transmitir y explicar el formato y los objetivos de los Festivales Internacionales de Lima.
Daniel Contreras M.
NOTA:
(1) La autora del logotipo fue una estudiante de diseño y publicidad cuyo seudónimo fue Doña Pepa Estamos detrás del nombre de la ganadora, aceptamos contribuciones de nuestros lectores con el fin de actualizar la presente nota.
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