El siguiente es un fragmento del libro Sangre amada de César Vallejo, de Danilo Sánchez Lihón y publicado por SINCO Editores, en agosto del año 2023.


«El 22 de agosto de 1915 murió, a los 26 años de edad y de neumonía fulminante, Miguel [Miguel Ambrosio Vallejo Mendoza], el hermano inmediatamente mayor de César Vallejo. Y el 22 de septiembre, él y su hermano Néstor, con quien estudiaba en Trujillo, mandaron celebrar una misa.

Hermano del poeta César Vallejo: Miguel Ambrosio

MIguel Ambrosio Vallejo Mendoza 1889-1915

La muerte de su hermano Miguel produjo en César Vallejo un inmenso dolor y una pena honda y desgarradora. Lo dijo y lo escribió en más de una ocasión, motivando que él compusiera uno de los más hermosos poemas incluidos en su obra Los heraldos negros titulado «A mi hermano Miguel», que forma parte de la sección “Canciones de hogar».

In memoriam

Hermano, hoy estoy en el poyo de la casa,
donde nos haces una falta sin fondo!
Me acuerdo que jugábamos esta hora, y que mamá
nos acariciaba: «Pero, hijos…»

Ahora yo me escondo,
como antes, todas estas oraciones
vespertinas, y espero que tú no des conmigo.
Por la sala, el zaguán, los corredores,
después, te ocultas tú, y yo no doy contigo.
Me acuerdo que nos hacíamos llorar,
hermano, en aquel juego.

Miguel, tú te escondiste
una noche de agosto, al alborear;
pero, en vez de ocultarte riendo, estabas triste.
Y tu gemelo corazón de esas tardes
extintas se ha aburrido de no encontrarte. Y ya
cae sombra en el alma.

Oye, hermano, no tardes en salir.
Bueno? Puede inquietarse mamá.


Sin embargo, antes compuso otro poema titulado “A mi hermano muerto” publicado en la revista “Cultura infantil” correspondiente al mes de agosto del año 1917, y que dice así:


¡Contemplo desde el muro que el tiempo cruel tortura,
los últimos rubíes del sol que muere ya;
y el bronce de la iglesia comprende mi amargura
en la quejumbre humana que al firmamento da!

¡En la enlutada casa paterna aún perdura
un mundo de memorias de ti, que has muerto… ¡Ay!

Aún en mi alma tiembla la luz de tu ternura
como una golondrina que viene y que se va…

¡En la lejana aldea se eleva el cementerio,
por donde se robara la mano del Misterio,
cual nítida custodia, tu dulce corazón!

¡Advierto a nuestra madre! Y al entonar mi ruego
la Tierra que en el Cielo da golpes de esquilón,

¡Dios llora un sol de sangre, como un abuelo ciego…!


COMO TAMBIÉN

Miguel y César eran hermanos sucesivos en el tiempo, el penúltimo y el último respectivamente, de la familia Vallejo Mendoza, en donde Miguel llevaba a César tres años y un mes de ventaja en edad.

Pero, pese a esta diferencia, eran en su infancia y adolescencia, inseparables porque se complementaban, se entendían mucho en todas sus inquietudes y en sus juegos, aunque el distingo más resaltante ocurría en el carácter, en el temperamento y en el comportamiento.

El mayor era jubiloso, extrovertido y vivaz, quien capitaneaba las incursiones grupales de los amigos del barrio Santa Mónica de Santiago de Chuco, donde ambos nacieron y vivían.

Se recuerda que Miguel cargaba con su hermano César en la espalda por los campos, el río, las laderas; cazando saltamontes, churgapes, mariposas y correteando pajarillos, zambulléndose en las aguas del río Patarata donde se bañaban juntos.

Como también, recogiendo frutos silvestres como tunas, sogorones, shinigandas, cuytulunes; siempre Miguel desplegando una actitud protectora hacia el hermano menor tímido y retraído.

SIN QUE JAMÁS

Y es que Miguel Ambrosio estaba hecho más para desenvolverse en el ámbito natural y práctico de la vida; sin darle mucha importancia a los estudios, en lo cual su hermano César era aplicado y sorprendente.

Aquél era hábil y despierto en todo lo que era el dominio de los asuntos concretos.

Era hábil nadador en las pozas de los ríos, afición que fue la razón por la cual murió al sumergirse agitado en las aguas heladas del río Patarata

Por aquella misma actitud arriesgada y desafiante a los retos de la vida, falleció cuando era un joven animoso y pletórico. Y todo debido a un fuerte resfrío que pronto se convirtió en bronquitis y finalmente —sin que jamás lo imaginaran sus familiares– que derivó en una neumonía fulminante que lo condujo a la tumba.»


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