Cruces intempestivos: Cuando el contexto hace el texto (acerca de una esquina de Lima donde una tarde confluyeron el arte, la ciudad, la realidad política peruana y el asunto sanitario que aqueja al mundo, motivo para traer a colación a los rocanroleros de 1962)

En la periferia del distrito limeño de Magdalena del Mar, altura del cruce de las avenidas Javier Prado con Parque González Prada, se ubica una escultura en bronce dorado que rinde homenaje al político y autor de Horas de Lucha. En Lima no había monumento a González Prada hasta esa fecha. En la otra esquina, una gran estructura de bronce fundido a la cera perdida de Benito Rosas, instalada el año 2017, hace compañía pública al González Prada, en la sempiterna vigilia conjunta que realizan día a día ante la avenida. Hacia la tercera semana del mes de julio del año 2020, en plena pandemia decretada por el gobierno, ambas esculturas lucieron súbitas “intervenciones”, y en ese gesto surgió la “conexión” entre ambos discursos escultóricos, tan distintos en lo artístico, como en forma y contenido.

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