ESTO DE JUGAR A LA VIDA1

Por: Ricardo Villarroel Corvalán. Artista visual chileno y Curador de la exposición.

En tu casa hay señales
Que me dicen donde estoy
Pero a veces en tu casa
Yo me encuentro y no soy

I

Marco Duran Toro, artista de nacionalidad chilena, tuvo un paso significativo por Perú, donde residió varios años. Con trabajos académicos en la Universidad Católica, Corriente Alterna y la Escuela de Bellas Artes del Perú, además realizo una amplia producción de grabados que fueron exhibidos en varias galerías de arte de Lima y otras ciudades.

Como gestor cultural desarrolló de manera significativa, en asociación con varios espacios, las “Rutas Turísticas Culturales” por la Lima antigua, realizando caminatas por los rincones menos transitados de la ciudad. Me atrevo de decir que él se hacia perder por la ciudad de Lima junto al grupo de turistas, para saber encontrar otras cosas, y encontrarse con aquellos espacios que son olvidados o son omitidos en los mapas turísticos de la ciudad. De esta forma se aventura a mostrar la otra cara de la ciudad, aquella que alberga al paseante desde otra perspectiva. En estos recorridos invitaba además a otros artistas a ser paseantes y a relatar desde su mirada esos lugares donde ellos también se hacían parte.

A veces se sugerían temáticas para que el paseante registrara fotográficamente esa otra Lima desconocida; en esas rutas supo articular su proyecto con otros espacios, como por ejemplo la Iglesia de Santa Clara o el Colegio Real de San Marcos, primer colegio en América Latina, o la iglesia de Santa Rosa de Lima. Esa forma de recorrer la ciudad con miradas diversas sobre esos espacios, le significó que el convento de Santa Clara le brindara la posibilidad de conocerlo por dentro, le abrieran sus puertas para visitarlo y recorrer sus dependencias.

II

Durán me invita a su taller con el propósito de revisar y comentar los grabados que prepara para su próxima exposición en la Casa Fugaz, en El Callao, Perú. La misión es un desafío conociendo a Marco, por su forma de producir, que ya de por si siempre es un ir a contra pelo, lo primero que uno encuentra y observa es el material – soporte de impresión utilizado para sus reproducciones xilográficas: el cartón de embalar. Sabemos que este tipo de cartón se utiliza para proteger objetos livianos durante su traslado y almacenamiento. Sin embargo, en este caso, el cartón se utiliza para embalar las improntas o impresos con tinta negra, quedando plasmadas tanto sus caras lisas como en el reverso del cartón. De esta manera, Durán rompe inmediatamente con la manera tradicional del sistema de reproducción del grabado. Utiliza el cartón no solo como protección sino también como soporte para trasladar sus propias imágenes impresas sobre este material. Envuelve sus grabados en el mismo soporte con el que resguarda la obra, es decir envuelve sus imágenes sobre el mismo cartón para cruzar la frontera, que da el arte en los procesos exploratorios y experimental.

Así pone en juego la calidad del cartón en una permanencia transitoria y efímera. Su objetivo es traspasar las fronteras del grabado e instalarse en el Callao, en la Casa Fugaz, como un viaje de retorno, pero sin equipaje. Despliega el cartón de embalar como un transito por devenir, apostando a otro borde que no es el de su vuelta o regreso, sino más bien es su llegada o retorno para colocarse en una transición de lo por de-venir.

En la repisa de su taller, donde se descansan los rodillos de entintar, latas de tinta, reglas; y junto a esos elementos, al mirar de reojo y en el borde de una escuadra metálica de la repisa que se adosa al muro, se alza la figura volumétrica de un ángel con rostro de niño. Este ángel está suspendido entre medio de la repisa, y se apoya en una de sus alas. Este objeto se presenta fracturado, con una rotura y un pedazo menos en la cabeza y en la otra pierna derecha que está ligeramente flexionada. Los brazos se presentan en sentido diagonal, dando la sensación de querer volar en medio del taller para recibir al visitante de ese momento.

III

¿De qué podemos hablar si no es primero del objeto encontrado por Marco Durán, que de alguna manera marca el inicio de esta exposición?, Duran se encuentra con su “Ángel caído”, como él le llama, en medio de la noche en una calle de Santiago de Chile, cerca de un hospicio para jóvenes en situación de calle. A primera vista, da la impresión de que este ángel fue expulsado de ese “hospicio”. Durán rescata este objeto de la calle, destrozado y cercano a una animita arruinada que localizó un poco más lejos de ese hospicio, Durán, esa noche, guarda el ángel. Se siente atraído por el dorado y la forma simbólica del objeto. Sin saber si es el ángel quien encuentra a Durán o viceversa, lo cierto es que Duran lo acoge y lo lleva a su taller. Este ángel con rostro de niño, ahora se ubica como un vigilante, como un centinela que se hace presente en el taller y en esta exposición. Su presencia ayuda a construir o concluir la historia faltante de su paso por la ciudad.

Este ángel en su papel de vigilante se convierte en el ángel de la historia de W. Benjamín, como un “ángel rebelde que se vuelve a mirar hacia atrás, y se resiste al soplo y le da la espalda al futuro”. 3 En este caso, el artista esta más presente y da una mirada más de cerca a este ángel, que lleva su propia historia y se expande aquí para mostrar sus alas.

“El Ángel caído” es una pintura de Alexandre Cabanel del año 1868, al parecer, Duran adopta ese título para referirse a su propio ángel caído. El título de Cabanel, hace alusión a ese ángel que fue expulsado del paraíso, Lucifer, expulsado y derrotado del paraíso y derrotado en una gran batalla en los cielos por el arcángel San Miguel y sus ángeles, según el relato bíblico del Apocalipsis, Lucifer fue castigado y condenado a vivir en la tierra. En la pintura se observa la representación de un cuerpo bellamente retratado, con una mirada penetrante y herido en su orgullo, Cabanel lo pinta de tal manera que se siente, se percibe la ira y la rabia de Lucifer, incapaz de asumir su pérdida, se ve castigado y triste sobre una roca para vivir como todos los mortales. Sin embargo, el ángel caído de Durán, se presenta como un ángel más sereno, un ángel que al parecer fue expulsado o lanzado desde la puerta del hospicio o de la animita donde un día fue albergado, hoy se hace acoger en este su nuevo lugar esperando al visitante para revisar la historia que ahora se hace presente.

IV

En esta representación, Durán se fusiona con la imagen del objeto encontrado, transformándolo en su propia matriz: Los trazos, la incisión con la gubia sobre la madera, sirven para reconstruir la historia que Durán desea relatar. Aquí construye esas imágenes desde su propia vereda, recogiendo la matriz como su propia historia. Ajustándola a su paisaje, Durán se busca y se encuentra a sí mismo entre medio de la ciudad, se busca en los recovecos de la ciudad y descontruye, desarma las representaciones amuralladas que se le han impuesto.

Duran sabe recoger y regocijarse ante el mundo; en esta muestra él se reconoce y se encuentra a sí mismo. Esta practica revela su imaginario ante el paisaje que va más allá de las formas puras, construyendo sus propias formas para instalarse ahora con una nueva perspectiva. Opera desde la diferencia y juega con el soporte, dejándose envolver por el cartón de embalar, protegiéndose para el viaje que emprenderá. Ya sabe de antemano que este soporte final es solo un comienzo, que debe ser desenvuelto para mostrar lo que lleva consigo.

Esta forma de traslado cruza las fronteras formales del grabado tradicional y se abre aquí como alas que el ángel desea extender, colgándolas en un tendedero al modo de la lira popular.»

Ricardo Villarroel

El material, ya sabemos que tiene una permanencia transitoria y efímera, se traslada para ser desplegado y desenvuelto, similar a las alas del ángel. Esta forma de traslado cruza las fronteras formales del grabado tradicional y se abre aquí como alas que el ángel desea extender, colgándolas en un tendedero al modo de la lira popular. Aunque no sea el ángel de la historia de W. Benjamín, Marco Durán mira hacia atrás su propia historia, ahora acompañado por el ángel, que encontró en medio de la noche y en otro paisaje.

V

Que cosas nos deja Durán en esta exhibición, al parecer su introspección frente a su” ángel caído”, donde junta las partes separadas de un puzzle que, desde su propia historia mira hacia atrás para reunir esas piezas faltantes. Él establece un orden biográfico que se manifiesta en la muestra, moviéndose a través de su practica como artista y grabador. Como el ángel de Benjamín, que comprende la importancia de mirar hacia atrás para poder construir su entorno. Durán narra su historia, se reconoce en el mundo, y sabe encontrarse en él. La síntesis aquí expuesta devela su identidad y se pone en vela para proteger-se, cuidando lo dejado atrás, manteniendo viva la memoria, los recuerdo, los lugares, y los objetos. La ciudad ahora es devuelta para ser vista, contemplada como un nuevo paseante, develando el misterio que lo hace estallar.

El ingenio y habilidad de Durán vuelve a transitar por los márgenes de lugares, y de cosas vividas acá en Lima, representándose en el espacio de la ciudad para encontrarse con el mundo. Ahora, desenvuelve la imagen con la mirada atenta desde lo grafico, para saberse de vuelta en esta ciudad amontonada de recuerdos y de vida. Estos trabajos en cartón están concebidos para ser transitados, tejiendo un entramado impregnado de trazos y planos. Son líneas acartonadas que, al ser aplastadas por el tórculo de la prensa de grabado, contribuyen y construyen el imaginario para crear un camino que se regulan por el ritmo del paso. Este camino se despliegan y se abren las alas en un alambrado que cruza la sala, revelando y develando el  trayecto por caminar.

Ricardo Villarroel Corvalán. Artista visual chileno y Curador de la exposición. Magister en Artes Visuales. Licenciado en Bellas Artes, Universidad de Arte y Ciencias Sociales (ARCIS). Chile. Diplomado Prácticas Docentes. Instituto Profesional ARCOS. Chile.


Notas a pie

  1. “Jugar a la vida”, Amparo Ochoa ↩︎
  2. “Ángel para un final”, Silvio Rodríguez ↩︎
  3. «El ángel de la historia», Walter Benjamin ↩︎

2 comentarios en “Ricardo Villarroel | Esto de jugar a la vida | Texto para la exposición de Marco Duran en Monumental Callao”

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