En el vasto universo de la literatura, no todo lo que se escribe logra llegar al lector, y mucho de lo que conocemos hoy comenzó como un simple borrador. Manuscritos literarios perdidos, apuntes olvidados y versiones preliminares de poemas conocidos forman parte de un escenario oculto que revela tanto el genio como el proceso creativo detrás de cada autor.
Este artículo te llevará a explorar el destino de esos fragmentos literarios, desde las piezas que sobrevivieron al tiempo hasta aquellos documentos que capturan los primeros pasos de la creación. ¿Qué secretos esconden estos textos? Acompáñanos en esta travesía por la arqueología literaria peruana y descubre lo que el papel, muchas veces, no alcanzó a contar.
ENCUENTROS
Sobre apuntes y otros extravios
Por: Daniel Contreras M.


Apuntes y dibujos del niño Sebastián Salazar Bondy
Hay historias que deben ser conocidas por todos, aunque para ello se tenga que hurgar más allá de su mismo origen.
La profundidad analítica de un arqueólogo al encajar algún fragmento o piedra grabada en la historia, es nuestro símil para una búsqueda semejante, concerniente a los manuscritos, cartas o apuntes que dejaron los escritores a su paso por este mundo. El rompecabezas del pensamiento creador inicia, así, su mejor viaje interior.
Athanasius Pernath, en la novela El Golem de Gustav Meyrink, sueña con extrañas piedras dispersas en el lecho de un río. Hay luna llena y piedras luminosas se alzan del suelo a su alrededor. Unas se arrastran como cangrejos intentando decirle cosas importantes, otras vuelven a caer, sin poder hablar. La visión de Pernath se convierte en nuestro extraño puente a un mundo difícil de armar, de piezas dispersas y falsas pistas, pérdidas, investigaciones y sorpresivos hallazgos. Literaria arqueología donde cada objeto tiene la voz de alguien que nos cuenta todo acerca de un momento íntimo de libertad creadora.

EL TIEMPO, LOS RINCONES Y LOS AMIGOS
¿Adónde van a parar los manuscritos y apuntes de nuestros autores? Diversos son los destinos en un medio de humilde conciencia patrimonial. Es la familia la depositaria más cercana del legado material del intelectual y es ella la que suele donar, en el mejor de los casos, todo papel y biblioteca personal a instituciones especializadas y de paso se agradece la limpieza.
En nuestra reciente historia, pletórica de fauna literaria así como de curiosas y olvidadas ediciones, los casos de desprecio familiar hacia el material heredado impidieron el actual estudio y, posiblemente, el reconocimiento de numerosos escritores que vivieron de los siglos XVII al XIX. Pero no todo es árido terreno: hoy existen en el Perú algunas casas museos, entidades privadas de investigación, y una biblioteca como la Nacional, dedicadas a la conservación de estos documentos literarios.





Bloc y apuntes de la poeta Blanca Varela. Archivo familiar.
Apuntes, hijos pródigos que con el tiempo delatan el oficio y el estilo de vida del ya desnudado escritor. Por lo común, los originales conservados, sean de narración, poesía o ensayo, pertenecen a quienes laboraron con mayor orden y disciplina, y le dieron el toque final de una copia en limpio a sus borradores, evidenciando el proceso previo al trabajo final.
Para muchos, no es lo mismo el original de un novelista que el de un poeta, la magia entre géneros es otra. Y puede ser, los poetas muertos ofrecen distinta fascinación, por algo tienen hasta una sociedad.
Manuel Scorza pulía constantemente sus poemas, por testimonio de Cecilia Hare, su segunda esposa. José María Eguren aporta una cuota de misterio, al no encontrarse manuscritos ni borradores de sus poemas, sino limpios originales. ¿Destruía sus bocetos? ¿Escribía sin corregir?
En el lado contrario están aquellos que diseminan ideas y hojas sueltas, sin pensar que en el futuro sus escritos pararán en manos de personajes oportunistas. Con el tiempo, y unas cuantas anécdotas, se les puede imputar el aura de marginalidad literaria y crear una vida legendaria.
UNA EXCELENTE FORMA DE PERDER LOS PAPELES
Una excelente forma de perder los papeles es la de dispersarlos por uno mismo. Recordemos, en todo caso, a Luis Hernández Camarero, quien aparte de escribir sus poemas en cuadernos hermosamente dibujados y caligrafiados, procedía a regalarlos o dejarlos como homenaje a la tierra en medio de un paisaje. Se cuenta que en la década de 1980, era aún posible leer sus poéticos graffittis en paredes de su barrio en Jesús María.
Y si de pérdidas y hallazgos hablamos, habría que preguntarse ¿qué habrá hecho aquel parisiense ladrón con el manuscrito de Huerto cerrado de Bryce Echenique? El narrador recuerda este robo en un artículo publicado en 1986 en el cual se citan otros célebres extravíos como el de Ernest Hemingway, cuya esposa le perdió un original, provocando su divorcio, o a D. H. Lawrence, quien durante siete años escribió Los siete pilares de la sabiduría para olvidarlo luego en una estación. Al igual que Bryce, jamás lo encontró, tardando tres años en reescribirlo.
Y si de encuentros se trata, hay que citar ineludiblemente el sucedido en la Biblioteca Real de Copenhague en 1908. Allí, oculta entre unos libros, el estudioso alemán Richard Pietchmann halló la copia a mano de un manifiesto, La Nueva corónica y buen gobierno de Guamán Poma de Ayala, enviada al rey Felipe III de España, quien nunca llegó a tenerla entre sus manos.
La familia dejó su habitación intacta, dando permiso años después a los amigos, quienes encontraron los originales escritos con un lapicero azul que aún se hallaba
en su mesa de trabajo.»
Xavier Abril contó la historia de un apócrifo atribuido a César Vallejo, escrito momentos antes de morir, expresando su conversión y arrepentimiento, cosa difícil de creer: “Cualquiera que sea la causa que tenga que defender ante Dios, más allá de la muerte, tengo un defensor: Dios”. La falsedad del texto así como su existencia desencadenó en un debate entre Abril y el poeta Juan Ríos, quien sostenía la veracidad del mismo.
Existiera o no, Abril se lo atribuye a un joven y sombrio seminarista vocacional que rondaba el lecho de agonía del poeta. Años después, las libretas de apuntes de Vallejo sirvieron para componer el libro Contra el secreto profesional.
«Y porque es la hora en que ya no vuelan las gaviotas y la poesia no es más que una mano que se incendia en las trenzas oscuras de la noche, escribo estas palabras a la vera de la sal de tu hermosura». Los versos son de Rafael Yamasato, fallecido en 1975. Estambre, libro publicado en 1980, contiene poemas hallados en su cuarto. La familia dejó su habitación intacta, dando permiso años después a los amigos, entre ellos Hildebrando Pérez y Luis Fernando Vidal, quienes encontraron los originales escritos con un lapicero azul que aún se hallaba en su mesa de trabajo.
NO BOTE SUS MANUSCRITOS LITERARIOS
¿Y qué será de aquellos manuscritos que los concursos no devuelven? ¿A qué frío basural o incinerador pararán? ¿Y qué harán con ellos las editoriales cuando los rechazan? Cuántos deliciosos hallazgos se sucedían hasta hace poco en las ferias de libro viejo. Dedicatorias y autógrafos que nos sorprendían al abrir las primeras páginas.

He de triunfar en París, original de Victoria Santa Cruz, 1965
El original más buscado pertenece, luego de algún inédito de Vallejo o un cuaderno de Hernández, a Martín Adán. El borrador del poema «Aloysius Acker», el cual nos ha llegado por fragmentos, habita en los terrenos de la especulación y el mito. Se dice que fue destruido por el mismo poeta, insatisfecho con el resultado. Rumores y diversas pistas publicadas en revistas o antologías sugieren que alguien, hasta hoy desconocido, tiene una copia del escrito. Diferente fue el destino de los apuntes, libretas y borradores de Adán que de manos de Ricardo Arbulú, bibliotecario del hospital Larco Herrera, terminaron en las de Juan Mejía Baca en 1986, un año después de la muerte del poeta.

Apuntes poéticos en platinas diversas, entre ellas de jabón y café instantáneo. Archivo Martín Adán


Dibujos y apuntes manuscritos. Colección Martín Adán
Arbulú, admirador de Adán, internado por alcoholismo, recogía cuanta nota pudiera, dando incluso propinas a los enfermeros por guardar los apuntes. Los miles de papeles vinculados al poeta, facturas, recetas, cartas, documentos bancarios, recortes, platinas de cigarro con anotaciones, libretas y servilletas, fueron finalmente donados por Mejía Baca en cuatro grandes costales a la Universidad Católica, creándose la Oficina de Adecuamiento de la Colección de Documentos del poeta Martín Adán, largo nombre para el único ente en el medio que emprende una labor parecida.
APUNTES FINALES
“No veo personas. Veo ideas», dijo alguna vez Bob Dylan sobre su forma de componer y en esto parece coincidir la crítica genética. Iniciada en la Francia del siglo XIX, es una variante de los estudios del lenguaje que propone leer el texto literario según su génesis, dando cuenta del proceso de escritura a partir de las variables que surgen desde los primeros manuscritos. Las vacilaciones, las ideas desechadas, los borrones, las correcciones son leídos como un proceso.
En el Perú, esta labor aún es mínima debido, entre otros motivos, a la falta de adecuados archivos de conservación y preservación de documentos. Los críticos genéticos vaticinan además que esta labor va llegando a su fin.
Quienes sí llegaron para quedarse son el correo electrónico, el disco duro y las memorias portátiles. ¿Qué cartas, qué apuntes se podrán atesorar entonces? Los soportes digitales, está demostrado, no son lo suficientemente duraderos como para convertirse en el destino final de nuestra memoria.
El frágil papel, con el cuidado adecuado, suele durar mucho más de cien años, tiempo calculado para que una información se mantenga sin daño en un disco. El ahorro de espacio siempre será una suerte de karma. Cada vez menos personas y creadores escriben a mano, la relación hombre-lápiz-papel se volverá una romántica metáfora del pasado, una visión como la de Atanasius Pernath, que con piedras vaticina al Golem, aquel autómata que termina siendo un peligro fatal para su creador.
Publicado en el suplemento Identidades, del diario Oficial El Peruano | Lima, número 6, lunes 22 de abril de 2022
