En el telón de fondo de nuestro pasado reciente, el general Juan Velasco Alvarado asumió la presidencia del Perú en 1968 mediante un golpe de Estado que desató una etapa de reformas y cambios tanto políticos como simbólicos. En ese vibrante escenario nacional, surge la historia de un sastre, un modelo y su creación excepcional: el traje Túpac Amaru.

Durante el Congreso Panamericano de Sastres realizado en el Hotel Crillón en octubre de 1969, la desaparecida Cooperativa Bancaria presentó este modelo único, uno de los tres ganadores del certamen con participantes de 6 países: Brasil, Argentina, México, Chile, Ecuador y Perú, y la presentación de 108 modelos de la nueva moda masculina.

Sr. Enrique Chumpitaz, modelando el traje Túpac Amaru, uno de los diseños ganadores del Congreso Panamericano de Sastres de 1969. (En: 1969 – Diario Última Hora, Lima 18 de octubre de 1969)

El sastre detrás de esta obra maestra, el Sr. Eugenio Morales, jefe cortador de la sastrería de la Cooperativa, demostró que la moda podía ser un testimonio de época, mediante un homenaje a la figura de Túpac Amaru II.

Quien tuvo a su cargo el modelaje del original atuendo fue el Sr. Enrique Chumpitaz, empleado bancario que también triunfó como modelo. Las características detalladas de este traje son las siguientes:

Saco: Modelo Túpac Amaru, de línea virrey, con solapa «Andina», tajos y pinzas invisibles. Posee 5 botones de concha de perla, sin bolsillos exteriores y tres bolsillos interiores.
Pantalón: Modelo faja pantalón.
Características del traje Túpac Amaru, diseño del señor Eugenio Morales (1969)

¿SUJETO Y OBJETO DESAPARECIDOS?

La elección de este modelo no era casualidad; era un eco de José Gabriel Condorcanqui, líder incaico que desafió al Imperio Español en 1780. La elección adquiría un significado especial plegandose al proyecto de rescatar las raíces indígenas y la historia precolombina.No obstante, nuestra búsqueda por más detalles sobre el diseñador, el modelo y el propio traje resultó infructuosa. Un vacío en los archivos históricos que resalta la efimeridad de las decisiones de gobiernos autoritarios. Aunque el Velasquismo dejó una marca en el ámbito cultural, sus iniciativas a veces parecen destellos ya desvanecidos.

En este juego efímero de poder, las expresiones artísticas, como el traje Túpac Amaru, sirven como testigos tangibles de un tiempo pasado, pero también como recordatorios de la volatilidad de las políticas culturales en contextos autoritarios. Quedan suspendidas en el tiempo, como fragmentos de una narrativa inconclusa, invitando a la reflexión sobre la naturaleza temporal y a veces fugaz de las políticas gubernamentales.

Así, este relato de un sastre, un modelo y su obra premiada se convierte en una ventana única a un tiempo donde la moda se entrelazó con la política, y donde cada hilo del traje modelo Túpac Amaru tejía una narrativa más grande sobre la identidad y la expresión en el Perú del «Velasquismo cultural«.

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