Una foto anónima
Imagina una fotografía antigua, afectada por el mal revelado y olvidada en un mercadillo de antigüedades, donde dos personas se inclinan una hacia la otra, como si compartieran un secreto. Sus miradas cómplices se pierden en los cigarrillos que se llevan a la boca y que nos hacen pensar: «Aquí hay algo más que un simple acto de fumar». Podrían ser amigos, familiares o compañeros de viaje, pero es evidente que lo que los une no es solo el humo, sino un ritual íntimo, casi clandestino.
Esa foto existe, y aquí está:

¿Qué esconden esos cigarritos?
Si te fijas, no están fumando tabaco normal. No es la manera usual. Aunque en el siglo XIX, muchos inmigrantes chinos en Perú (llegados después de que se aboliera la esclavitud en 1854) mezclaban opio con tabaco.

Cuando las pipas tradicionales no estaban al alcance, improvisaban: mezclaban el opio con el tabaco y lo liaban en cigarrillos. Para evitar miradas ajenas, surgieron los ‘fumaderos’: espacios ocultos, la mayoría ubicados en el Barrio Chino, donde el consumo se mezclaba con la solidaridad entre los miembros de la comunidad. Seguramente, estrategias de supervivencia, buenas y malas.
Más que simple tela

Mira sus camisas: mangas oscuras, anchas y superpuestas a las originales. Esto no es moda. Esas mangas eran usadas por trabajadores formales (como secretarios, contadores, banqueros, etcétera) para proteger su ropa en oficinas. Viene a mi mente, el lejano olor del jabón carbólico.
¿Opio o marihuana?: La pista está mojada
Alguien podría preguntarse: “¿Y si es marihuana?” Pero eso no cuadra. En el Perú de aquella época, el cannabis tenía un uso muy marginal y carecía de arraigo cultural. En cambio, el opio era parte de la identidad de la comunidad china, tanto como sustancia de consumo o como fuente de ingresos, ya fuera importado o producido de manera artesanal. Su prohibición en 1920 lo convirtió en un acto de resistencia silenciosa. Hoy, es muy difícil hallar consumidores de opio y también el mismo opio, en el Perú. Otros productos lo han desplazado.
El humo que une mundos
Esta imagen trasciende lo exótico y lo meramente curioso: es testimonio de la resiliencia de una comunidad que se adapta, resiste y preserva su identidad en circunstancias adversas. Detrás del humo se esconden miles de historias de amistad, tácticas de supervivencia y gestos de rebeldía, entrelazados con la complejidad de la adicción humana.
A veces, los gestos pequeños (como un cigarrillo entre los dedos) guardan las historias más poderosas. La próxima vez que veas una foto antigua, pregúntate: ¿Qué secretos esconde? ¿O será, quizás, una simple foto parodia? ¡Quién sabe a estas alturas!
Grandes historias, pequeños objetos.