
El reflejo de Amsterdam sobre el arenal
Una experiencia que se niega a permanecer desconocida y se revela, resulta para sus protagonistas y la ciudad-escenario, en un pasado que renace. Ni el tiempo transcurrido o la desaparición de los rastros materiales pueden enterrar bajo la arena la información que más allá de la memoria colectiva, duerme en algunas publicaciones como diarios o revistas.
Los detalles en torno a la presencia en el Perú de un pintor en la cúspide de su fama internacional, toman la forma de un acontecimiento único en las páginas de los principales medios escritos de la década de 1970 en Lima.
Primeros días de febrero de 1976
Cinco años después de la creación de Villa El Salvador (VES), un extranjero recorría las zonas del nuevo distrito. Era Christiaan Karel Appel, conocido simplemente como Karel Appel, en aquel entonces el pintor de mayor fama internacional de Holanda. Y el más polémico.
Con una carrera iniciada en 1943, llena de distinciones y exposiciones por toda Europa, en pocos años el artista se había convertido en un creador incesante y controvertido, más aún luego de que en 1948 fundara el grupo COBRA con pintores provenientes de COpenhague, BRuselas y Ámsterdam.

Para aquel verano ardiente sobre el arenal de VES, Appel ya cotizaba por todo el mundo sus trabajos en miles de dólares. Diarios locales como La Prensa, El Comercio o La Crónica, no dejaron de señalar la importancia de su presencia en nuestro país, preguntándose al mismo tiempo cuál sería el real motivo de su visita.
Convertir una zona de Villa El Salvador en un “oasis de colores”, tal como reseña un artículo de El Comercio (20 de febrero de 1976) era la real intención de Appel, quien al mismo tiempo intentaba coordinar una exposición en Lima.
En cualquier pared de VES
“Escogí Villa El Salvador no sólo por ser uno de los más grandes sino porque tenía conocimiento que sus pobladores están desarrollando su progreso a base de autogestión”, señaló.
Appel, autor de innumerables y costosos murales públicos alrededor del mundo, tenía planeado realizar uno similar en cualquier pared de VES sin cobrar un centavo y con la ayuda de los pobladores. “Es la primera vez que haré un mural sin ser remunerado”.
El ilustre holandés había llegado a Lima atraído por los rezagos de aquellos cambios sociales impuestos tras las profundas reformas dictadas por el anterior gobierno, presidido por el General Juan Velasco Alvarado.
Tras la sorpresa inicial, el proyecto del mural fue bien acogido por las autoridades de VES. En el libro Karel Appel: Street Art, ceramics, sculpture, wood reliefs, tapestries, murals, Villa El Salvador de 1985, el mismo artista narra sus gestiones y aventuras por obtener los permisos necesarios para utilizar los muros exteriores e interiores del local de la Caja Comunal, ubicado en el cruce de los avenidas César Vallejo y Revolución.
Sobre el libro antes mencionado
El aire ilusionado de las crónicas de primera mano que leemos de Appel en Karel Appel: Street Art… puede resumirse en el significativo uso del término “indios” para describir a los pobladores de la barriada y en la opción por un título como Kerouacianas, en clara alusión al escritor beatnik Jack Kerouac y los distintos sentidos de “viaje” que su famosa novela –On the road– proporcionó a la generación beatnik.

Otro importante poeta de ese movimiento, Allen Ginsberg, figura junto con el crítico francés Pierre Restany entre los responsables del libro.


Un sol que sonríe

Animales extraños, rostros sonrientes sobre las paredes. Formas varias, círculos rojos, naranjas y azules, cerros, casas y flores surgían de las brochas de hombres, mujeres y niños. Entre el 18 y el 21 de febrero de 1976, decenas de vecinos tras sus agotadoras jornadas diurnas, pintaron por las tardes cubriendo de colores las paredes de esta zona del arenal junto al holandés.
La noticia de esta acción colectiva apareció en casi todos los diarios que comisionaron a sus redactores y fotógrafos a recoger la noticia del famoso “mural de Villa El Salvador”. “Son vivaces e inteligentes”, sostuvo Appel al hablar de la obra y sus colaboradores, “me sorprendió comprobar el alto grado de conocimientos que tienen [los pobladores] sobre su país”.
“El retablo es “Folclor Dadá” y es arte…”
Así opinó Karel Appel durante la conferencia ofrecida en la galería Fórum de Lima, para la cual venía preparando una exposición de grabados a la par del mural colectivo en Villa El Salvador.
Además de exponer sobre los aspectos más sociales y participativos de esa última experiencia, el fundador del grupo Cobra reivindicó durante aquella noche la modernidad del retablo andino (pequeños altares de tradición artesanal) interpretándolo como un ejemplo de “folclor Dadá”.
“Cuando vi esa cajita y vi tantas cosas, tanta gente dentro, para mí eso era Dadá. […] Cerrada la cajita, era linda también por fuera, también Dadá. Y eso es arte”, sostuvo.

Además, Appel criticó los sistemas de enseñanza plástica en el Perú, afirmando que lo que vio en una escuela en Perú –sin precisar cuál– no tenía nada que ver con el arte.
Los comentarios de Karel Appel sobre el retablo como “folclor dadá” adquieren importancia especial por ubicarse en el centro de la feroz polémica sobre los supuestos límites entre el “arte culto” y el “popular” suscitada a raíz del Premio Nacional de Cultura concedido semanas atrás al artesano Joaquín López Antay, en aparente desmedro de los plásticos considerados eruditos. Sus declaraciones de apoyo al premio representan una fresca opinión en medio del fuerte encuentro de posiciones.
En la noche anterior Appel había ofrecido una conferencia intitulada “Arte y Asentamientos Humanos” en el Instituto Nacional de Cultura (INC), con la participación de críticos y artistas peruanos identificados con la premiación a López Antay, como José Bracamonte Vera (Chiclayo, 1928 – Lima, 1991), Alfonso Castrillón (Lima, 1935), Gastón Garreaud (Lima, 1934 – 2005) y Leslie Lee (Lima,1932).
Reflejos villanos

Tras culminar el mural y firmar la pared junto a los vecinos, Appel dejó VES. “La gente estaba tan entusiasmada que después de esta experiencia van a seguir creando murales”, señaló al diario La Prensa del 20 de febrero de 1976.
Ocho días más tarde el mismo diario publicó la noticia de un conversatorio realizado en el Instituto Nacional de Cultura donde Appel expresó: “para mi ha sido una nueva experiencia trabajar en un barrio urbano que es como uno de París o como la mitad de Ámsterdam. Hablé con la gente, la gente habló conmigo, encontré en ella la emoción que tiene un artista. […] He descubierto que son muy felices. Siempre están sonriendo. En París, donde yo vivo, la gente ya casi no sonríe”.

El artista, fundador también del grupo Reflejo de Ámsterdam, narra en 1985 que años después de su visita un amigo peruano le proporcionó algunas fotos del grave estado del mural. Al verlo pintarrajeado, con inscripciones políticas, afiches sobre afiches de conciertos de la naciente música chicha y diversos graffitis a brochazo limpio, Karel Appel sentencia: “ahora la gente ha terminado mi mural, y se ve realmente lindo”.

Demolición es más que un tema de rock peruano

Más allá de esta anécdota, a inicios de la década de 1980 algunos periodistas ya daban la voz de alerta sobre el deterioro extremo del famoso y publicitado mural. Por ejemplo, la periodista Fietta Jarque en el diario El Observador del 1 de setiembre de 1982, resaltaba el poco cuidado para con la obra de un artista tan reconocido.
Pese a esta alerta periodística el mural fue destruido poco después. Quedan de él algunas fotografías y descripciones que se van perdiendo en la memoria de los primeros vecinos de VES. Appel, quien había nacido en 1921, falleció en 2006 en su hogar de Zurich.
Desde hace algún tiempo, CANAL MUSEAL sigue intentando ubicar algún dato sobre aquel local intervenido por Appel sobre el que luego se construyera el Primer Banco Popular Autogestionario del Perú y posteriormente la actual Municipalidad de Villa El Salvador, para lo cual terminaría severamente modificado. Esas transformaciones arquitectónicas y los vandalismos varios no han dejado rastro ni resto del mural.
La complicada reunión de estos testimonios permitirá reconstruir un capítulo único en la larga existencia de Villa El Salvador, y será, a no dudarlo, de vital importancia para la historia del arte en el Perú. Que los colores del pasado no mueran.

Crónica del paso de Karel Appel por el Perú realizada en base a datos recogidos para una investigación para el proyecto ICAA Documentos del arte latino y latinoamericano del siglo XX, organizado por el Internacional Center for the Arts of the Americas (ICAA) del Museum of Fine Arts de Houston (MFAH)-Museo de Arte de Lima.