Uchuraccay, 1983. Documentar el horror en tiempos de guerra es una forma de enfrentar la muerte injustificada, de preservar la memoria de las víctimas y de reclamar justicia. Las imágenes, más allá de su potencia visual, se convierten en herramientas de denuncia y resistencia, impidiendo el olvido o la negación de los hechos. En escenarios donde la violencia suele silenciarse o justificarse, la cámara expone estos momentos al mundo, revelando aquello que el ojo humano pudo no haber visto o preferiría no recordar.


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