
En 2006, por razones que aún no comprendo del todo, tuve a mi cargo la oficina de prensa del Centro Cultural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (CCSM). Recuerdo ese año con claridad porque se programó una función especial de Madeinusa, ópera prima de la directora Claudia Llosa.

El revuelo que generó la película en el medio cultural peruano, sobre todo en Lima, era palpable. Más allá de la crítica cinematográfica, lo que realmente se agitaban eran los prejuicios más profundos y los imaginarios sociales enquistados: una directora emergente, pero claramente privilegiada, respaldada por una producción sólida; y una actriz desconocida, Magaly Solier, ‘descubierta’ vendiendo chucherías en una feria de Ayacucho, de pronto es lanzada al primer plano por la maquinaria mediática.

Es decir, la recepción mediática fue ambivalente: admiración, recelo y, sobre todo, envidia dentro de la escena actoral peruana. En ese contexto, y dado que los vínculos entre la producción y el CCSM eran estrechos, la idea de entrevistar a Magaly para la siguiente edición del boletín dejó de ser una opción para convertirse en certeza.
Sería su primera entrevista luego del estreno de la película Madeinusa.

El boletín
El boletín del CCSM no era solo una agenda de actividades y precios de cursos. Cabía en una sola página, pero aspiraba a algo más: tenía una voz socarrona y precisa, un diseño propio —con un fucsia de tono camp, característico de esos años— y, gracias a su amplio tiraje en todas las instancias sanmarquinas, se había convertido en un espacio para curiosidades y apuntes intelectuales. En el fondo, era una bitácora que registraba lo que pasaba y lo que se respiraba en el centro cultural del Parque Universitario.

Una vez confirmada la visita de Magaly Solier, la decisión de que el director realizara la entrevista obedecía a una lógica práctica; aunque, en realidad, también era una jugada que me resultaba conveniente.
Esa noche
El jueves 6 de abril de 2006 fui a buscar a Magaly a un estacionamiento cercano: faroles de luz fría sobre el jirón Azángaro, tráfico detenido y bocinas insistentes. Apareció con jean y casaca de mezclilla azul: menuda, de aspecto sencillo.

Caminamos hacia el CCSM conversando ligeramente. Respondía con sonrisas breves, casi automáticas, pero cordiales. Había en su modo de estar algo naturalmente empático: aun siendo retraída, se notaba su esfuerzo por no mostrarlo. Eran las siete. La Casona sanmarquina estaba en penumbras, como siempre al caer la tarde: pasillos largos, escaleras hundidas en la sombra y, en la dirección, apenas una luz anaranjada se filtraba detrás de las viejas puertas de madera.
Que empiece la entrevista
Al llegar al umbral, Magaly empezó a temblar. No era un gesto calculado; era miedo real, de esos que recorren el cuerpo y dejan la voz suspendida. Le pregunté qué pasaba mientras la luz anaranjada iluminaba su rostro. La voz le salió corta: tenía miedo. Guardé silencio un instante y pregunté por qué. La respuesta fue apenas audible: sí, miedo. Y también miedo del “señor de adentro”, como si fuera un médico o un dentista desquiciado esperando detrás de la puerta.

El “señor” era el director. Le habían advertido que era severo, casi un dictador, con una personalidad exuberante que imponía más de lo necesario. Abracé a Magaly con un gesto breve: un brazo sobre los hombros y unas palabras que bastaran para contenerla. Le aseguré que no había motivo para preocuparse: la conversación sería corta, centrada en la película, y al final incluso divertida. Con ese respiro, cruzamos el umbral.

Y la entrevista transcurrió como son los primeros encuentros: preguntas contenidas, respuestas cautas, silencios elocuentes. Luego el boletín registró lo formal, pero lo más revelador quedó fuera de mi escritura y mi decisión: el absurdo de aquella presión que ejerce la visibilidad sobre quien recién se expone, y la fragilidad del inicio reflejada en la penumbra.
Hoy, muchos años después, cuando la figura pública de Magaly Solier se ha vuelto demasiado compleja, aquella tarde suele regresar a mi memoria. No porque anunciara un destino, sino porque su anécdota brillante condensaba lo esencial de toda esta historia que ahora comento: el instante en que alguien se descubre ante la mirada ajena y comprende, quizá por primera vez, que el peso de ser observado es, en sí mismo, la imposibilidad de sostenerlo.
La entrevista
Entrevista realizada el 6 de abril de 2006 en el Centro Cultural de San Marcos a Magaly Solier. Entrevistador: Director del CCSM. Registro en audio y transcripción a cargo de DCM. La sesión documenta el encuentro inicial entre la actriz y la institución, preservando tanto el contenido verbal como los matices de la interacción.
Entrevista a Magaly Solier (2006)
(Inicio de la entrevista… primera pregunta inaudible)
¿Cuándo es tu cumpleaños, Magaly?
El 11 de junio voy a cumplir veinte años.
Veinte años, eso significa que tu naciste en 1986
–Si, 11 de junio de 1986.
¿Dónde?
–En Huanta
¿En la misma ciudad de Huanta?
–Si, en Huanta.
¿Tus padres a que se dedican?
–A la agricultura, más que todo a la agricultura, mi mamá es ama de casa.
¿Pero viven en la ciudad?
–No, no, es alejado, vivimos como a dos horas de la ciudad.
Ah… en un pueblo,
–Si.
¿Y cómo se llama el pueblo?
–Palmayoc.
¿Palmayoc?
–Si.
¿Y eso significa algo en particular o es solo un nombre?
–no, solamente es un nombre.
¿Y tú tienes hermanos?
–Si, somos cuatro hermanos y tengo una hermana mayor, somos solo dos mujeres.
¿Y tú habías estado en Lima antes de esta ocasión?
–No, no, la verdad solamente vine una vez, cuando tuve diez años… pasé una mala experiencia y nunca más volví a venir. Pero con esta experiencia que tuve ya regresé a Lima con otras ideas, y a veces me daba miedo… por eso me daba miedo acercarme a personas, por que psicológicamente tenia una cosa… como te puedo explicar sentía que todo el mundo quería hacerme daño como lo hicieron cuando tuve diez años.
¿Qué pasó en aquella primera ocasión que viniste?
–Cuando tuve diez años, mi tía me trajo de Huanta, me dijo te voy a hacer conocer Lima, y le dije ya ok, vamos. Primero, me pegaron estuve…
¿Tus parientes?
–Sí, mi Tía, mi prima me maltrató igual, o sea me negaban la comida y me hacían hacer cosas como lavar y mi prima hacía cosas para que mi tía me odie.
¿Te echaba la culpa?
–Ah, si.
Tu tía a que se dedica
–También, se dedica a vender, tiene una tienda de repuestos.
Acá en Lima
–Si.
¿Cuanto tiempo estuviste?
–Estuve como dos semanas nada más, y me regresé, quería escaparme pero luego mi hermano vino y me dijo entonces regrésate, regresé y nunca más volví a venir hasta los 19 años.
¿Donde vivías en Lima?
–Por Los Olivos.
¿Y tú como creciste en Huanta? eran años difíciles allá en esa época
–Si, pero yo era una niña… no comprendía todavía, pero mi mamá me ha contado todas las cosas que pasaba, que miraba y…. pero no se… yo no lo he sentido mucho porque era niña todavía. Ya cuando poco a poco crecía en todas partes se ve la maldad y poco a poco fui aprendiendo cosas que nunca pude aprender con mis padres.
¿Tu familia fue directamente afectada por la violencia?
–Si, mi madre… porque a la madre de mi madre fue asesinada le cortaron la yugular, la garganta y mi madre también fue perseguida por haber recogido el cuerpo de mi abuela. Ella tuvo que huir de la ciudad para irse a Satípo para esconderse y cuando regresó, ella todavía regresó con la idea de que la matarían, por que la habían amenazado.
¿Quien la perseguía?
–Según mi madre eran los terrucos.
¿Y a tu abuela también la mataron por ellos?
–Si, mi madre dice que fueron los terrucos.
¿Tu que edad tenías? o eso fue antes que tu nacieras
–No, yo todavía no nacía.
¿Tu no llegaste a conocer a tu abuela?
–No, no llegué a conocerla.
¿Pero tu estabas en Huanta cuando te encontraste con Claudia?
–Si, yo estaba en Huanta.
¿No estabas en tu pueblo?… estabas viviendo en Huanta ¿o estabas ahí de paso?
–No, cuando yo conocí a Claudia estaba en el Luricocha… Luricocha está a media hora de Huanta.
¿Como fue ese encuentro?
–No… yo estaba con un grupo de amigas, y según Claudia me dijo que me estaba observando, y yo normal ni cuenta y con mis amigas estaba conversando, estaba recaudando fondos para la pre-promoción… por que teníamos la ilusión de viajar a Cusco como toda promoción y de pronto ella se me acerca y me preguntó ¿no quieres trabajar en una película?… y le dije… le mire a los ojos… ¡si¡ de frente. ¿Si? ¿de verdad estás segura?. Sí. ¿Y cual es tu nombre? Magaly, le dije completo ¿y donde estudias?… en Esmeralda de Los Ángeles. ¿Tienes el número? y mi amigo le dio el número por que yo no lo sabia… y así pasó.
¿Tú viniste a Lima entonces para lo del Casting y la formación de actores y todo eso?
–Si, primero vino Bárbara Costa y me dijo: “ponte el uniforme de tu colegio”… y me lo puse… luego me dice “te voy a tomar un casting”. Me dio dos hojas y ahí me dijo así… así vas a hacer y normal lo hice. Y de ahí me dijeron que había ganado y que tenia que tener otro casting en Lima y ahí fue donde regresé a Lima.
Tu relación con el quechua… ¿tu hablas quechua?
–Si, perfectamente hablo el quechua.
¿En tu familia hablas quechua? ¿cual es la lengua de todos los días en tu casa?
–Castellano.
¿Pero hablan quechua también?
–Si hablan.
¿Como te sentiste con todo este juego de idiomas en la película?… en la que constantemente pasan del castellano al quechua. Incluso hay una canción tuya que es muy bonita por cierto, que es todo en castellano y de repente al final, hay esa parte conmovedora donde dices: con esta canción te voy a robar el corazón, y eso lo dices en quechua, no se como es esa frase…
–Sonkoy… (habla en quechua)… en el intercambio quechua-castellano… se siente un gusto diferente. Por ejemplo en castellano tu dices te quiero, pero en quechua tu puedes decir kullay quin, (sigue hablando en quechua) en quechua es más largo, pero tiene más gusto…
Es más intenso
–Si, pero el castellano no es intenso, es suave… es normal..
Voy a tener que aprender esas palabras para enamorar a mi esposa. Pero en el momento de la filmación, ¿como te sentías con ese trabajo bilingüe, esa ida y vuelta entre el quechua y castellano, en tu relación con los demás actores?
–Al comienzo me dio miedo. Primero se me subió la presión y me dio hemorragia, y como siempre me daba hemorragia uyy yo me dije: voy a morir aquí… pero con el idioma no tuve problemas. No fue fácil, pero no tenia miedo…
¿Que pasó, Claudia te dio el guión, el texto de la película… y como te sentiste al leer el argumento de esa trama?
–Como lo leí por primera vez dije guau este guión me da una oportunidad que nunca podría tener, ahora si voy a demostrar, o sea todo lo que yo veía estaba en el guión. Me dije, ahora tengo la oportunidad de denunciar todas las cosas que continuamente pasan en la sierra, eso fue lo que sentí.
¿Sentías que el guión era muy real, muy cercano a la situación que se vive en tu pueblo?
–En algunas escenas si, era muy real, pero en algunas no, son ficticias.
¿Y tuvo algo esa experiencia que te perturbara o te preocupará tener que actuarlo?
–No, no, ninguna, porque tenía las ganas de trabajar, de demostrar lo que realmente quiero yo, por ejemplo.. algunas escenas que me fueron difícil de hacerlo fueron las escenas de sexo…
Vestida de virgen además…
–Si… y pesa horrible el vestuario, me dolía el cerebro.
¿Y la relación con tu familia en lo que se refiere a la película? es decir… ¿hubo alguna inquietud por parte de tus padres… hubo alegría, preocupación, cuál fue la reacción de ellos ante la posibilidad de que tu actuaras en la película?
–Mis padres no saben todavía sobre el contexto de la película porque nunca les he comentado. Solamente les dije voy a trabajar en una película y mi mamá me dijo, uy estás soñando Magaly. Mi papá me dijo: deja de soñar. Pero papá es real… le decía, Ya, ya, pero con los hechos me lo vas a demostrar, me dijo mi padre. Después como ya salí en el periódico mi mamá se puso a llorar y me dijo por primera vez tengo una hija que saque adelante mi apellido, me dijo así.
¿Es cierto que tu no habías visto jamás una película antes de hacer esta filmación?. ¿Habías ido al cine antes?
-¿Al cine? Nunca, nunca, nunca fui a un cine, pero si miraba películas por la televisión,
¿Había TV en tu pueblo?
–Si, si hay televisión.
Y me comentaba Claudia que tu habías leído algunos libros y establecías relaciones con la trama de la película, por ejemplo que habías leído Cien años de soledad…
–Si, Cien años de soledad, pero no me recuerdo mucho… Aves sin nido, Huarmacuyay, María…
¿María, de Jorge Isaac?
–Si, he leído varios.
¿Y como llegabas a esos libros, a través del colegio?
–No, a través del colegio no. La profesora a veces nos obligaba, pero a veces no. Pero fue parte mía la de agarrar un libro. Por ejemplo, de irme a mi chacra por las carreteras pero leyendo un libro, seguía a mis animales leyendo un libro, y así seguía y fui aprendiendo muchas más cosas. Y la profesora nos decía: cuando lleguen a 5to año todos van a repetir, no saben ni agarrar un libro. y yo me dije ¿será cierto? Entonces voy a agarrar un libro y agarre y así… siempre leo libros.
¿Y como conseguías esos libros?
–Me fue fácil. En la biblioteca del colegio hay un montón de libros que casi nadie los saca porque prefieren otras cosas que libros. Yo solamente entrego mi carné y me los dan y los devuelvo dentro de dos o tres días y así.
¡Bravo por las bibliotecas escolares¡
–Sí, a veces como me exigían: ¡ya devuelve, devuelve el libro!. Y me dije, ahora si, y comencé a sacar fotocopia a todos los libros que me prestaban. Ahora tengo muchos libros fotocopiados en mi casa y ya no es necesario que me compre uno.
¿La enseñanza en tu escuela era en castellano, en quechua, en ambos idiomas?
–No, puro castellano, nada de quechua.
Cual es la relación del pueblo hacia el quechua ¿la gente esta orgullosa de hablar quechua? ¿se avergüenza o es una cosa natural o no hay una emoción vinculada a eso?
–Los jóvenes de hoy tienen vergüenza de hablar el quechua, por ejemplo yo les digo, imañayan (habla quechua) que quiere decir: ¿como te fue? y ellos me dicen, ¡Qué estás hablando! ¡Que estás hablando Magali! y ¿que te pasa? les digo yo, ¿acaso no sabes hablar el quechua?. Si, pero yo no hablo, me dicen. Se avergüenzan, simplemente es la juventud de hoy… la verdad, la verdad, no sé que les pasa, porque ya no veo que sean como la juventud de antes.
¿Y tu relación con la religión?
–Que puedo decir sobre eso…. sí, soy religiosa.
¿En tu casa son muy católicos?
–Si, si.
¿Tu eres bautizada? ¿hiciste la primera comunión?
–Si.
¿La confirmación?
–No, la confirmación no, la comunión el bautizo si, pero la confirmación no hice.
¿Vas a misa?
–A veces, a veces, porque los padres a veces son unos mentirosos.
¿Mentirosos? ¿porque dices eso?
–Porque yo antes iba constantemente a la misa. Todos los domingos, nunca faltaba. Pero hubo un día que un padre abusó de una niña y de ahí nunca más volví a ir a la misa, nunca más, y ahora que veo la política, aún más, y ya no creo en nadie. Yo dije, pero qué les pasa, los padres dentro de la iglesia son unos corderitos, pero fuera de ella son unos zorros, unos diablos. Siempre dije así y ya nunca volví a ir la misa y mis padres me decían ¿porque ya no vas?, y yo les decía: tengo mis razones.
¿Y eso es parte de lo que sentías que la película reflejaba?
–Si, mucho, mucho. Yo vi como tres, cuatro hechos de abuso sexual. El padre abusa de su hija, el hombre psicópata asesina a niños, o sea, padres en el gobierno igual, autoridades acusadas de violación, y yo dije, ¿qué, que puedo hacer yo… que puedo hacer?. Pero en el momento que leí el guión, ¡Uy! dije, tengo una oportunidad de denunciar los hechos, toda la realidad porque este guión es muy valiente y yo tengo que actuar muy bien aquí y hacer ver la realidad de todo lo que sucede en la sierra.
¿Y como te sentías en un papel tan especial donde por un lado tenías que hacer de niña y por el otro de amante y al mismo tiempo de virgen María… esa relación con la parafernalia, es decir, los atuendos, los vestidos de los rituales de la religión, de la película, la procesión, etc, ¿la sentiste cercana a tu propia experiencia?
–No, en algunas escenas me fue fácil y en algunas me fue muy difícil meterme al papel de la amante, esa fue un poco difícil, pero de la virgen, de Made in USA, fue muy fácil, porque ya veía como uno se siente cuando realmente es abusada de pedofília, o sea no me fue difícil entrar a ese papel, por yo con mis propios ojos vi esos hechos, pero… no.
¿Y el papel de la virgen Maria? ¿El ser cargada en andas, en esa escena maravillosa de la procesión frente al lago? Luego en la noche, en medio de los fuegos de artificio..
–En el anda, el primer día de la escena, ¡Uy! tenía miedo me decía: me voy a caer, me voy a caer y al mismo tiempo el aire me golpeaba y comencé a sangrar igual ¡Uy!, tenia miedo… si, y el viento me golpeaba y justo sangré por la nariz, y ya se me pasó con el alcohol, cuando regresé al cuarto y tuve una hemorragia horrible y Pinky vino y me curó, luego me llevaron al hospital y me dijeron que tenía una vena rota por la nariz, pero no fue muy difícil.
¿Pero más allá de esa reacción física, cual era tu sensación emotiva al tener que asumir un papel tan cargado como el de la virgen y en ese contexto?
–Imitar a la virgen, o sea, poner el rostro de la virgen, primero tenía que ver… anteriormente yo había visto cómo era una virgen, como esta así toda puesta en el anda, tenía que volver a imitar lo que la gente hace… la virgen por ejemplo tiene su rostro, así… cómo te digo, triste, algo te quiere expresar, algo decir en ese rostro ¿qué querrá decir? Entonces pongo ese rostro…
¿Hay una devoción a la virgen en tu pueblo?
–Si, el Señor de los Milagros, La virgen de las Nieves, y hay una procesión en… hacen una procesión alrededor del parque, frente a una iglesia, la hacen allí, pero yo no voy.
Por tu desilusión de los curas…
–Si, qué hipócritas los curas…
¿Cuando es que te distancias de la iglesia, que edad tenias?
–A los doce años, pero en el colegio me obligaron a hacer mi primera comunión, pero a los doce años me alejo de la religión… pero si tengo en mi corazón una fe tan grande que no es necesario ir a una iglesia para pedir algo.
Claro, desarrollas una relación más personal con Dios y con la religión…
–Si…
¿Que edad tiene Magali en la película?
–14 años.
14… ¿como ha cambiado tu vida a raíz de tu experiencia en la película?
–Es como … un cambio total, vi nuevas experiencias, tuve amistades que me enseñaron mucho. Aprendí mucho, mucho de la directora, aprendí a actuar, aprendí a conquistar la cámara.
¡Qué bonita expresión¡
–Si, por ejemplo Claudia me dice cómo crees que una niña de 14 años pueda sentirse… imita a una niña de 14 años. 14 años, tuve 14 años y tenía que volver a la vez a mi infancia, cuando tenía esa edad, como era yo realmente y a la vez tenía que ponerme en le papel de Made in USA, y fue un cambio total porque a la vez Susana, Patty, Claudia… ellas me enseñaron mucho.
Y luego, ya te radicaste acá en Lima, y has empezado a explorar otras alternativas para tu vida… ¿que es lo que piensas hacer?
–Estoy estudiando lo que es música, teatro y ballet y aparte más me dedico a ver noticias, a practicar música, a leer, porque me gusta la música…
¿Qué tipo de música?
–Músicas ayacuchanas, música romántica, ópera, todo tipo de música, salsa, todo… y si, estoy imitando a Yma Sumac, la admiro, tengo ese sueño de cantar como ella.
Parte de ese aprendizaje en las artes las estás haciendo acá, en el CCSM, ¿podrías hablarnos un poco de esa experiencia?
–Sí, música, ballet y teatro… estoy estudiando aquí en la Casona de San Marcos, pero más me gusta la música y el ballet.. La música… primero cuando entré no quería abrir la boca porque me daba miedo, pensaba que el profesor se iba a reír de mi, porque no cantaba bien porque mi voz era horrible, pero en el primer día de clase me dijo ¡Uy, qué bonita voz tienes!. Ya entonces recién comencé a abrir la boca, a levantarla. Ahora estamos aprendiendo a abrir la garganta, a vibrar, o sea, nos enseña el profesor otras técnicas para poder tener una respiración…
¿Quién es tu profesor? ¿Israel Olaya?
–No, Humberto, y de ballet es Jesús Flores, que es un poco aburrido, me da miedo, es bien serio y solamente se comunica con un palito.
¿Con un palito?
–Si…
¿La disciplina?
–Si…
¿Y el teatro?
–En teatro, imitamos a los animales, imitamos voces, soltamos en un minuto cualquier cosa que se nos venga la idea, cualquier cosa, y nos enseña a congelarnos, algo por ahí, no recuerdo, la congelación.
¿Y como te sientes respecto a esa experiencia? ¿Te ha servido artísticamente, has crecido, te parece que es una educación que vale la pena?
–Si, he crecido mucho, porque a los inicios me sentía aislada, me sentía ajena a las personas, con las que yo estaba. Por ejemplo, en teatro, no hablaba con nadie, solamente escuchaba al profesor, no decía ni una palabra. Cuando el profesor decía: una voz, yo no daba ninguna voz, solamente estaba con la boca cerrada y tuve un cambio…
Pero vale la pena hacer un esfuerzo, de preguntarle al profesor. Me acerqué y le dije: profesor, ¿qué tengo que hacer?. Me daba miedo de preguntarle a uno de mis compañeros ¿que han hecho ayer?, porque yo asistí… ya cuando comenzó dos clases y ya había comenzado, ya se había iniciado el curso y tenía miedo de preguntar… porque sentía que se iban a burlar de mi forma de hablar.
¿Y se burlaron de tu forma de hablar? ¿Que quieres decir? ¿Por el tipo de castellano que se habla en tu pueblo, el que usas?
-Si, por el acento tenía miedo, por ejemplo, aquí los limeños dicen amarillo, amarrillo pero en la sierra dicen amarilio. Y aquí dicen llave y en la sierra dicen: iave.
¿Y tú sientes que hay una discriminación, una actitud despectiva hacia la gente que viene de la sierra?
–Si, yo vi varios hechos. Una expresión fue de un limeño, “serrano de miércoles, ¿a que vienes aquí a joder a Lima?”, así dijo. Y yo me sentí mal. O sea, yo lo vi.
¿Eso te lo dijeron a ti o lo escuchaste en un diálogo distinto?
–No. se lo dijeron a mi hermano y yo me quede así… simplemente escuchaba y escuchaba y escuchaba y yo me dije, ¿no me dirán aquí a mi a también, aquí en La Casona?, y esa fue mi idea…
¿Y en algún momento sentiste algún tipo de rechazo o discriminación aquí en La Casona?
–No, para nada. Eso fue idea mía, nada más. Nadie me ha hecho sentir mal aquí en el CCSM.
Claro, estamos felices y orgullos de poder acompañarte en esta etapa. ¿Qué se viene en tu vida?
–Seguir adelante. Aprender más de Lima, adaptarme a esta ciudad… y espero que me apoyen.
Nos decía Patricia que tenías la expectativa de postular a la Universidad
–Si, si, para postular, si, pero ya será más adelante, porque ahora me estoy dedicando a lo que es la música… quiero ser cantante y actriz.
Tu te vas a España ¿y cuando vuelves?
–Me voy mañana y regreso el 30 de marzo.
Espero que sigas con tu cursos acá en el CCSM..
–Si, como voy a dejarlo, porque es mi vida. Entrar a La Casona es como entrar a mi casa. Porque estoy entrando a un mundo que me gusta, que siempre me ha gustado y que nunca tuve la oportunidad de aprender en Huanta.
Siempre serás bienvenida aquí Magaly
….(Comentarios y fin de la entrevista)….