«Cada poema que escribo es el primero”

Los siguientes son extractos de una entrevista realizada por Félix Romeo a nuestra poeta Blanca Varela, aparecida el 25 de agosto de 2001 en el diario español ABC con ocasión de la antología española de Varela, llamada Donde todo termina abre las alas, poesía reunida (1949-2000) (Galaxia Gutenberg / Círculo de lectores).

-¿Qué siente al ver toda su poesía recogida en Donde todo termina abre las alas?

Blanca Varela: Como que no he hecho nada todavía, que está todo todavía por hacer. Es la sensación que tengo cuando escribo un nuevo poema: es como si fuera el primero que hiciera.

-La impresión que le queda al lector es que su poesía está llena de verdad…

Quiero que mi poesía no tenga retórica ni programa político, aunque en mis poemas hay algunas denuncias: el hambre de los niños… Lo que creo es que mi poesía no es agradable.

-La pintura está muy presente en sus poemas: Malevich, Tàpies…

En la pintura hay una estructura, o por lo menos es lo que yo busco en la pintura.

-Rimbaud fue capaz de pintar las vocales. ¿Cuáles serían los colores de su poesía?

En mis poemas hay azul oscuro, hay gris, hay negro y hay un rojo muy fuerte, un rojo tremendo.

-¿Y tienen que ver esos colores con Lima?

Sí, claro. Lima es gris, y el día hoy está completamente azul…

-Antes de llegar a la pintura, estábamos hablando de los animales. Hay muchos peces en sus poemas.

No sé, no recuerdo bien mi poesía. Me cuesta volver a mis poemas anteriores. Tengo miedo de tener que preguntarme ¿quién es esa persona? Yo dejo dormir mucho tiempo la poesía, aunque ahora estoy apurando un poco. Pero es porque creo que la vida se acorta, los horizontes ya son menores. Ahora sé más o menos lo que quiero decir: primero quiero decir sobre la muerte de mi hijo (se detiene, emocionada). ¿Verdad que mi poesía es muy plástica?

-Al principio su poesía fue emparentada con el surrealismo, con cierto irracionalismo.

La primera poesía sí tenía algunos elementos surrealistas. Yo había estado muy cerca de Emilio Adolfo Westphalen, y también de César Moro. Aunque nunca tuve nada que ver con la poesía de Bretón, al que más tarde conocí en París.

-Esa relación con Westphalen fue muy intensa.

Westphalen me enseñó a apreciar el silencio en poesía.

-Dice que su poesía no es política, pero en la conversación aparece con frecuencia…

Resulto mucho más social cuando hablo que cuando escribo. Me mueve la parte social de la política; me indigna la injusticia, el hambre de la gente… Quisiera ver con optimismo los nuevos tiempos políticos para Perú.

Este artículo fue publicado el 29 de agosto de 2001 en el semanario peruano OIGA.

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