HECHOS E IMÁGENES DE LA FIESTA DE AMANCAES (1950)

Sobre una pampa desaparecida

Escenario de sucesos que se pierden en la memoria colectiva, pocos registros visuales conocemos de la Pampa de Amancaes y su agitada historia. Sin embargo, las imágenes de una de las últimas fiestas allí realizadas, llegan a nosotros desde el technicolor de una película de 16 mm filmada en 1950.

Por: Daniel Contreras M.

Mucho se ha hablado, escrito y cantado sobre la tradicional fiesta de la Pampa de Amancaes, pero menos se ha visto de ella. Hoy la urbe crece bajo el nombre de Ciudad y Campo a espaldas del Cerro San Cristóbal, sobre esa explanada del Rímac antaño cubierta de flores de amancay.

Quienes allí viven, lo hacen quizás sin saber que ocupan el mismo espacio que administraron los antiguos curacazgos de Lima y donde virreyes como el Duque de la Palata cazaron palomas y venados con halcones y galgos.

Todo ello hace más de 400 años, tiempos en los que la pampa era escenario de apariciones milagrosas, de celebraciones tanto religiosas como paganas, y tornándose árida tras los días de lucha por la Independencia, de música y espectáculo. En estas tierras, desde principios de la República, cada 24 de junio y hasta el año 1963 se realizó la ya mítica Fiesta de San Juan de Amancaes.

Institucionalizada en 1925 por el presidente Augusto B. Leguía, coincide en fecha con la celebración europea de San Juan Bautista, con el Inti Raymi cusqueño y con el Día del Campesino. Quizás por ello la fiesta rimense se hubo de convertir en una reunión de todas las sangres, de todas las clases y de toda la música pues tanto lo criollo como lo andino confluyeron friccionando sus expresiones más representativas.

A fines de junio de 1950, el estadounidense Watson Kintner, ingeniero de la Radio Corporación of America – RCA, fue testigo de excepción de una de sus últimas versiones. Kintner llegó al aeropuerto de Limatambo en momentos críticos para la sociedad peruana: Manuel A. Odría acababa de renunciar a la Presidencia, colocando a otro militar, Zenón Noriega, en el cargo mientras postulaba a la reelección.

Watson Kintner en 1916

Hacía solo un mes que un terremoto de 7 grados había destrozado el 65 por ciento del Cusco y en la capital de la República el clima se mostraba cambiante, aquellas semanas se registraron las temperaturas más bajas en 21 años, llegando las tardes a los 11 grados centígrados. Con una cámara Kodak de 16 mm provista de carretes technicolor, Kintner acude a la pampa publicitada.

VIBRA LA TRADICIÓN

La Fiesta de San Juan de Amancaes del año 1950 se inició el 23 de junio con una verbena nocturna en el Paseo de Aguas gracias a la Compañía Orange Crush de Lima. Una noche musical engalanada con el encendido de luces multicolores y el lanzamiento de globos con chispas de bengala.

El evento principal del sábado 24 fue anunciado en decenas de avisos publicados por la Municipalidad del Rímac, mientras en los distintos coliseos las compañías folclóricas que participarían aquella tarde eran elegidas por concurso.

Desde antes del mediodía, cientos de limeños iniciaron su llegada a pie, en carros particulares, camiones o en buses que hacían ruta especial desde la Plazuela de la Inquisición. Un tabladillo de madera fue levantado en la explanada central y un potente juego de parlantes ofrecía el ritmo de bandas militares y la animación del actor cómico Manolo García.

LA FIESTA DE SAN JUAN DE AMANCAES DEL AÑO 1950 SE INICIÓ EL 23 DE JUNIO CON UNA VERBENA NOCTURNA EN EL PASEO DE AGUAS GRACIAS A LA COMPAÑÍA ORANGE CRUSH DE LIMA. UNA NOCHE MUSICAL ENGALANADA CON EL ENCENDIDO DE LUCES MULTICOLORES Y EL LANZAMIENTO DE GLOBOS CON CHISPAS DE BENGALA.

La policía recorría a caballo la zona mientras en sectores especiales decenas de «vivanderas» vendían en carpas y carretillas lo más selecto de la gastronomía criolla. Una exposición interminable de anticuchos, platos de rachi, pancita y choncholí mezclaba sus humos con el aroma de la chicha y el anís de los picarones.

Un viejo cartel dictaba el precio de las galerías a 6 soles, el uso de sillas a 12 y las tribunas a 20. Aquellos que no deseaban pagar colmarían las laderas del San Cristóbal utilizando sus salientes rocas como inseguros asientos. Durante esa jornada más de 15 personas rodaron por las piedras.

Pese a ello, el espectáculo, cuya dirección artística estuvo a cargo de José Castelares, dio inicio a las 2 y 30 de la tarde tras el Himno Nacional y con el aplaudido desfile de conjuntos folclóricos con sus mejores trajes, entre ellos, las compañías Pachamama de Ayacucho, Pariakaka, Xatun-Xauxa, Raymi Ticka, Progreso Viques de Junín, Huanca de Huancayo, Lucero de Huascarán o la de los Hermanitos Zevallos y el conjunto Auqui Pincush de Huamalíes, entre otras.

Las cantantes India Colla, Jesús Vásquez y María Jesús Jiménez (llamada la Calandria Criolla) ofrecieron su repertorio antes que el espectáculo culminara con la presentación de bailes de marinera, tondero, resbalosa y el ingreso de chalanes y amazonas en caballos peruanos de paso.

Kintner cubrió las incidencias hasta pasadas las seis de la tarde. Luego, el camarógrafo norteamericano recorrió otras zonas del Perú por casi veinte días antes de partir. Tras su muerte, el Museo de la Universidad de Pensilvania protege su legado de más de 400 rollos filmados en distintos países, los cuales digitaliza y en un proyecto totalmente revolucionario lo aloja en Internet.

Nueva vida para la Pampa de Amancaes, el ciberespacio es el nuevo lugar donde podrá ser recordada en todo su color y movimiento. Cabe añadir, sin embargo, que en las imágenes de Kintner puede verse también una grúa de construcción que se yergue amenazante sobre el escenario: es el oscuro anuncio de la próxima llegada del cemento y el fin de la fiesta.


Originalmente publicado en el suplemento Variedades del diario oficial El Peruano, el 1 de marzo del año 2010.


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