Manifiesto de la Casa Museo

En el campo de la museología, existe un concepto que fascina por igual a investigadores y curiosos: la casa museo. Este espacio único surge de la fusión de dos mundos —el cotidiano, representado por el hogar y su entorno doméstico— y el artístico, que aquí halla el escenario ideal para comprender en profundidad el contexto en el que se gestaron las creaciones de quienes la habitaron.

A primera vista, las casas museo parecen destinadas únicamente a personajes como artistas, escritores, héroes u otras figuras destacadas de épocas pasadas. Sin embargo, muchas de ellas no se limitan a ser cápsulas del tiempo que conservan objetos, archivos y colecciones de sus antiguos habitantes. Según la gestión de sus responsables, pueden enriquecer su función al proponer una amplia variedad de actividades —exposiciones, eventos literarios o mesas redondas—, y convertirse en centros culturales de gran dinamismo: un museo que convive con la comunidad.

Desde principios del siglo XX, cuando en la lejana España aparecieron las primeras casas museo, hasta la actualidad, los conceptos han evolucionado. Hoy, el término “casa museo” no se aplica de manera homogénea, a partir de los criterios establecidos por organismos como el ICOM (Consejo Internacional de Museos), que diferencian entre espacios que cumplen plenamente con los estándares museológicos y aquellos que solo comparten características parciales. Muchos opinan que es en este punto donde surge el problema.

Pero es necesario precisar que el ICOM no ha dejado de reconocer la gran diversidad de formas que puede adoptar un museo, y la importancia vital de las preocupaciones museales que surgen de la sociedad civil, creando comités especializados que se centran en las casas museo bajo la premisa de que estas, al reflejar las historias y culturas locales, resultan esenciales para una comprensión completa del patrimonio cultural.

Aquí es donde surgen las dudas: ¿qué ocurre, entonces, en nuestro país? donde al igual que el maestro ayacuchano Artemio Poma Gutiérrez, quien ofreció un espacio museal en su propio domicilio, varios artistas y gestores culturales autodidactas, movidos por iniciativa personal y con una actitud apasionada por su legado histórico, natural o inmaterial, abren sus puertas a la comunidad para convertirse en un foco de valoración de la cultura local.

¿Quién exige al Ministerio de Cultura (MINCUL) la adopción sensata de aquellos criterios internacionales y su aplicación efectiva? ¿Quién propone ideas o proyecciones que enriquezcan el concepto de “casa museo” con una mirada peruana? Y, sobre todo, ¿por qué han quedado fuera del espectro de apoyo estatal muchas casas museo —especialmente las de recursos limitados y las ubicadas en zonas alejadas—, privadas de fondos e incentivos que permitan su consolidación?

Es ese el escenario donde la mayoría de las casas museo del Perú afrontan desafíos concretos para acceder, por ejemplo, a los estímulos económicos: requisitos burocráticos excesivos, falta de reconocimiento oficial y carencia de capacitación del personal en gestión cultural. Esta situación responde, en parte, a una visión centralista y a la ausencia de políticas públicas efectivas que reconozcan y valoren la diversidad de expresiones culturales en todo el territorio nacional.

¿Quién no se imagina una realidad en donde cada distrito o barrio del país tenga un museo? Sin embargo, el reto en el Perú va más allá de reconocer nuevos museos: implica tejer alianzas entre comunidades, instituciones académicas y gestores locales; incorporar tecnologías que acerquen el patrimonio a nuevas audiencias; y fomentar intercambios de experiencias que enriquezcan las prácticas curatoriales.

EL NUEVO MUSEO

Existen casas museo dedicadas e impulsadas por las propias personalidades vivas, desafiando la noción convencional y permitiendo la interacción directa con sus creaciones contemporáneas. Estos espacios —nuestra vanguardia museal—, arraigados en comunidades y a menudo ubicados en entornos inesperados, no solo preservan tradiciones y conocimientos ancestrales, sino que también desempeñan un papel crucial en su promoción y difusión.

Tal es el caso de la Casa Museo Artemio Poma, que desde Quinua, Ayacucho, conecta el pasado y el presente a través de la investigación y la producción alfarera, al convertir, en un acto radical, su hogar en un testimonio viviente de técnicas ancestrales.

Con el paso del tiempo, el hogar del maestro Artemio Poma en el distrito de Quinua experimentó una transformación notable: se convirtió en un taller incansable. Así nació la casa taller, un espacio que integra la vida familiar con el trabajo artístico y colaborativo. Con los años, esa casa taller dio paso a la casa museo: un lugar que no solo alberga y exhibe sus obras, sino que también resguarda antiguas cerámicas de padres y abuelos, además de aquellas piezas que el maestro ha logrado ubicar y reunir.

Su colección no envejece en cajas ni vitrinas; cada iglesia, conopa, papaya, músico o imagen costumbrista y religiosa preservada en su taller-laboratorio actúa como insumo para el estudio y la difusión, alimentando la creación de nuevas piezas.

El encuentro con el maestro Artemio nos ha permitido apreciar la relevancia de sus búsquedas personales como un artista entregado a la creación, la investigación y la difusión del conocimiento ancestral. Por ello, Canal Museal lo acompañó activamente en el desarrollo y presentación de su proyecto ante el MINCUL, logrando un estímulo económico que hizo posible la exposición en Lima de su más reciente serie, El retorno a los ancestros.

DISCURSOS EN EL ESPACIO

¿Podemos considerar toda casa un museo? Esta interrogante nos lleva a reflexionar sobre la naturaleza misma de los museos y su evolución en la actualidad. Si entendemos que un museo no es solo un depósito de objetos valiosos, sino un espacio de memoria y experiencia, entonces cualquier hogar podría convertirse en un espacio museal, siempre que se active en él una narrativa que lo conecte con la memoria colectiva o individual.

Existe un tejido simbólico que puede cobijar y dar tanto contexto como sentido a los objetos de arte. Sin el relato —escrito u oral— son solo materia inerte; es la palabra la que los inscribe en el flujo de la historia y la memoria. Por eso, la casa museo no es únicamente un espacio físico, sino también un discurso vivo, el cual tiene que ser impulsado desde las instancias gubernamentales a cargo del sector cultural.

La dicotomía entre la cantidad de objetos valiosos y el valor intrínseco de los recuerdos también se plantea. ¿Deben acaso las casas museo albergar exclusivamente piezas de gran valor material, o pueden ser también espacios para objetos efímeros, simples y pequeños, pero venerados por la riqueza sentimental o testimonial que encierran? Estas preguntas despiertan la reflexión sobre la diversidad y flexibilidad de los conceptos culturales y museales, y esperamos que sean parte del debate futuro y de la reflexión de quienes están a cargo de los departamentos de bienes culturales de nuestro ministerio.

Para que la Casa Museo Artemio Poma sea la más viva, ejemplificadora y digna de conocer en el sur del país, tendrá que enfrentar el complicado desafío que no es solo surgir, sino sostenerse. Y pese a todo lo adverso, en cada idea, en cada gesto, allí se construye lo que mañana será documento: un testimonio de lo que significa vivir del arte en el Perú, un acto de resistencia, creatividad y memoria

Manifiesto de la Vanguardia Museal

Canal Museal ha identificado en Perú una red de espacios culturales —ubicados en provincias, barrios, colegios, locales comunales o viviendas familiares— que funcionan sin apoyo estatal o privado. Estas iniciativas son gestionadas por sus creadores mediante autofinanciamiento y autogestión de contenidos. Aunque pequeños, logran impactos sociales significativos: preservan historias locales, implementan museografías de emergencia, documentan tradiciones y generan encuentros entre diversos agentes culturales y sociales.

Son núcleos poderosos, como la Casa Museo Artemio Poma en Quinua (Ayacucho), que logran un impacto social y cultural de gran trascendencia gracias al dedicado esfuerzo de sus gestores. Estos proyectos pueden obtener estímulos estatales puntuales, como los fondos del Ministerio de Cultura, pero cada año el monto otorgado es menor y las exigencias burocráticas, mayores. Además, enfrentan normativas diseñadas para grandes instituciones —como requisitos de infraestructura o catalogación— que ignoran sus realidades basadas en recursos limitados y trabajo comunitario.

Se trata de La vanguardia museal. Ante nuestros ojos, configuran las posibilidades futuras de los museos en el Perú. Su existencia es una respuesta casi subversiva frente a la falta de espacios culturales, precisamente allí donde se debería incentivar y promover su creación.

Manifiesto de lo Museal

Un museo no es solo ese bello edificio que resguarda objetos de poder. Un museo puede ser una ciudad, la calle y sus vecinos, o nuestra casa con sus pequeñas e importantes historias. Todo es museal ante nuestros ojos.

No aprendemos a ver arte, sino, que a través de la observación y del registro de los objetos podemos mirar y recrear el mundo. Nos gusta colocarnos los lentes del asombro en el eterno verano de los museos.

En la potencia de un humilde objeto, de un documento menospreciado o un monumento perdido u olvidado, encontramos la belleza y la trascendencia.

Como los antiguos canales de irrigación o los acueductos que transportan la naciente agua uniendo comunidades, nos hemos propuesto acercar lo museal a un espectador joven que amplíe, desde hoy, el estrecho camino hacia un futuro con mejores posibilidades.

¿Entonces un museo no es solo un edificio, ni esa colección encerrada o aquella sala correctamente musealizada? Un museo puede surgir desde los recuerdos de los abuelos; en la experiencia de los trabajadores de un museo; puede erigirse en la internet… en un álbum de fotos olvidado.

Un museo que genera aprendizaje y que también divierte, un museo alegre antes que un museo adusto. Un museo ingenioso.

Descubrir, documentar y difundir es lo que nos impulsa: por eso existimos. Porque existen y están a nuestro alcance los recursos de la red, de la imagen, de la palabra y de la historia. Por un patrimonio sin exclusiones.

Por un contenido propio y para todos, vive CANAL MUSEAL.

(2017)

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